¿Alguna vez has conocido a personas que siempre parecen mantener la calma, pase lo que pase?
No pierden la calma incluso cuando las cosas se ponen difíciles.
¡Es como si tuvieran un superpoder secreto!
Pero, en realidad, acaban de aprender formas realmente buenas de gestionar sus emociones. ¡Y la buena noticia es que tú también puedes aprender estas formas!
En este artículo, vamos a compartir 10 hábitos sencillos que estas personas tranquilas practican con frecuencia.
Estas no son ideas complicadas: son cosas fáciles que puedes empezar a hacer en tu vida diaria.
1. Conocen sus factores desencadenantes
Las personas que saben gestionar bien sus emociones son conscientes de lo que llamamos «desencadenantes».
Estas son ciertas situaciones, personas o palabras que pueden hacer que se sientan molestos, enojados o estresados.
Podría ser algo como quedarse atrapado en el tráfico, lidiar con un compañero de trabajo difícil o escuchar un comentario negativo.
En lugar de dejar que estos desencadenantes controlen sus emociones, aprenden a reconocerlas.
Cuando ven venir un desencadenante, se preparan.
Esto no significa que el desencadenante no les afectará en absoluto, pero sí significa que pueden manejarlo mejor.
Es como ver venir una gran ola mientras estás en el océano: si la ves a tiempo, ¡podrás sumergirte debajo de ella en lugar de que te derriben!
2. Practican la atención plena
Mindfulness puede parecer una palabra elegante, pero en realidad se trata simplemente de prestar atención al momento presente.
Las personas que gestionan bien sus emociones utilizan esta técnica con frecuencia. En lugar de preocuparse por lo que podría suceder en el futuro o insistir en algo del pasado, se concentran en lo que está sucediendo ahora mismo.
Esto no significa que ignoren sus problemas.
En cambio, se acercan a ellos de una manera más pacífica.
Reconocen con calma sus sentimientos, los aceptan y luego los dejan ir.
Esto ayuda a evitar que sus emociones se salgan de control.
Es similar a ver pasar un pájaro volando: lo observan, lo aprecian y luego lo dejan volar sin intentar atraparlo.
3. No reprimen sus sentimientos
Las personas que son excelentes para controlar sus emociones saben que reprimir los sentimientos no ayuda.
Entienden que está bien sentir emociones, incluso las incómodas.
En lugar de esconderlos, encuentran formas saludables de expresarlos.
Yo mismo he aprendido esta lección.
Hubo un momento en el que ignoraba cualquier sentimiento negativo como la frustración o la decepción, esperando que simplemente desaparecieran.
¿Pero adivina que?
No lo hicieron.
Simplemente se acumularon dentro de mí hasta que no pude contenerlos más.
Un día decidí probar un enfoque diferente. Empecé a escribir en un diario sobre mis sentimientos.
Fue sorprendente lo mejor que me sentí al plasmarlo todo en papel.
No resolvió mis problemas, pero sí me ayudó a manejar mejor mis emociones.
Ahora, cuando me siento estresado o molesto, tomo mi diario y dejo que mi bolígrafo hable. Es una de mis mejores herramientas para gestionar mis emociones.
4. Se mantienen físicamente activos
La actividad física regular no sólo es buena para tu cuerpo, ¡también es excelente para tu salud emocional!
Las personas que son expertas en gestionar sus emociones suelen mantenerse activas.
No necesariamente corren maratones ni levantan pesas en el gimnasio (aunque algunos sí podrían hacerlo).
Actividades simples como caminar, bailar o incluso trabajar en el jardín pueden ser la solución.
¿Por qué funciona esto?
Bueno, cuando haces ejercicio, tu cuerpo libera sustancias químicas llamadas endorfinas.
A menudo se las conoce como hormonas del «bienestar» porque pueden ayudar a mejorar el estado de ánimo y reducir los niveles de estrés.
5. Practican la compasión
Las personas que saben gestionar sus emociones no sólo practican la compasión hacia los demás, sino que también se la muestran a sí mismos.
Saben que todos, incluidos ellos mismos, tenemos días buenos y días malos.
Entienden que cometer errores es parte del ser humano.
Cuando están pasando por un momento difícil o cuando cometen un error, no se castigan. En cambio, se ofrecen comprensión y amabilidad.
Es como darte un cálido abrazo cuando te sientes deprimido.
Este enfoque compasivo les ayuda a mantenerse equilibrados emocionalmente.
6. Se rodean de influencias positivas
Las personas que gestionan bien sus emociones comprenden la importancia de rodearse de influencias positivas.
Esto incluye no sólo personas positivas sino también entornos y experiencias positivas.
Aprendí esto de primera mano hace unos años.
En ese momento, estaba lidiando con mucho estrés y emociones negativas. Me di cuenta de que gran parte de esto se debía a la compañía que tenía.
Pasaba la mayor parte de mi tiempo con personas que siempre se quejaban, chismorreaban o eran negativos.
Su energía me estaba arrastrando hacia abajo.
Entonces decidí hacer un cambio.
Empecé a pasar más tiempo con amigos que eran optimistas y edificantes.
También comencé a hacer cosas que me hacían feliz, como dar largos paseos por la naturaleza o leer libros inspiradores.
¡La diferencia era como el día y la noche!
Mi estado de ánimo mejoró y me resultó mucho más fácil controlar mis emociones.
7. Se permiten sentir
Las personas que saben gestionar bien sus emociones conocen un secreto: está bien sentir.
Sí, incluso las cosas difíciles. La ira, la tristeza, el miedo: todos son parte de la experiencia humana.
Tratar de evitarlos o reprimirlos es como intentar mantener una pelota de playa bajo el agua; Se necesita mucho esfuerzo y eventualmente volverá a aparecer.
No fingen ser felices cuando no lo son. No ponen cara de valiente cuando tienen miedo. Se permiten sentir lo que sienten, sin juzgar ni sentir culpa.
¿Y adivina qué? Es liberador.
Esto puede parecer aterrador, especialmente si has pasado toda tu vida evitando tus sentimientos.
Pero créame, es una de las cosas más liberadoras que puede hacer por sí mismo.
Siente tus sentimientos, déjalos fluir a través de ti y luego déjalos ir. Todo es parte de ser maravillosamente humano.
8. Valoran dormir bien
¿Sabías que la falta de sueño puede hacerte más reactivo emocionalmente?
¡Es cierto!
Las personas expertas en gestionar sus emociones comprenden la importancia de dormir bien. Priorizan descansar lo suficiente porque saben que tiene un impacto significativo en su bienestar emocional.
Las investigaciones han demostrado que la falta de sueño puede hacernos más susceptibles al estrés e incluso exacerbar los sentimientos de ira, ansiedad y depresión. Por otro lado, dormir bien por la noche puede ayudar a regular nuestras emociones y mejorar nuestra capacidad para manejar el estrés.
Entonces, si quieres mejorar en el manejo de tus emociones, presta atención a tus hábitos de sueño. Asegúrate de darle a tu cuerpo y a tu mente el descanso que necesitan para funcionar de la mejor manera.
9. Cultivan la gratitud
Otro hábito que practican las personas que saben gestionar sus emociones es cultivar la gratitud.
Esto no significa que siempre estén felices o que ignoren sus problemas.
En cambio, hacen un esfuerzo consciente por reconocer lo bueno de sus vidas, incluso en tiempos difíciles.
Personalmente, he descubierto que la práctica de la gratitud cambia las reglas del juego.
Hace unos años, comencé a llevar un diario de gratitud. Todas las noches, antes de acostarme, escribo tres cosas por las que estoy agradecido del día.
Algunos días se trata de cosas importantes, como un ascenso en el trabajo o una agradable cena con amigos.
Otros días, son pequeñas cosas como una taza de mi té favorito o una palabra amable de un extraño.
Esta sencilla práctica me ha ayudado a centrarme más en los aspectos positivos de mi vida.
He notado que no sólo estoy más feliz sino que también estoy mejor equipado para manejar las emociones negativas cuando surgen.
10. No tienen miedo de buscar ayuda
Incluso las personas que son excelentes manejando sus emociones necesitan ayuda a veces.
Entienden que acercarse a los demás cuando tienen dificultades no es un signo de debilidad, sino una fortaleza.
La vida puede ser dura.
Todos enfrentamos desafíos y dificultades que pueden resultar abrumadoras.
Durante estos momentos, está bien pedir ayuda. Podría ser hablar con un amigo de confianza, buscar el consejo de un mentor o consultar a un profesional como un terapeuta o consejero.
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