Hay muchos momentos en la vida en los que podemos mirar fácilmente fuera de nosotros mismos y culparnos.
Pero independientemente de quién tenga la culpa o no, el juego de la culpa no tiene ganadores.
Los verdaderos ganadores de la vida siempre asumen la plena responsabilidad de sí mismos, pase lo que pase.
Así es como todos podemos hacer eso…
1) Manténgase alerta cuando la culpa se infiltre
Todo comienza con el cultivo de la conciencia.
¿Cómo podemos cambiar a menos que podamos ver nuestros propios patrones de comportamiento?
no podemos
Es por eso que mantenerse vigilante y alerta es siempre el primer paso.
Trata de atraparte en el momento en que notes que la culpa se acerca sigilosamente.
No siempre es posible. A veces podemos quedar atrapados en un sentimiento o pensamiento. Pero incluso entonces, siempre podemos intentar reflexionar después.
Fíjate cuando estás tratando de transferir la responsabilidad a alguien o algo. Luego toma una decisión consciente de que no quieres o no necesitas hacer eso.
2) Pregúntate qué estás obteniendo de ello
Para profundizar esa conciencia sobre la culpa, pregúntate por qué te sientes tentado a hacerlo en primer lugar.
La realidad es que todo lo que hacemos, lo hacemos porque sacamos algo de ello.
Incluso cuando en última instancia no es bueno para nosotros y no es algo que queremos hacer. Siempre hay una recompensa subyacente.
Entonces, pregúntate:
- ¿Por qué es más fácil culpar que asumir la responsabilidad?
Si su primer instinto es «porque realmente es todo culpa de ellos y no mía», entonces profundice más.
- ¿Se siente mejor desahogarse, enojarse o proyectar sus sentimientos en otra persona?
- ¿Hace que tu ego se sienta mejor al hacer que otros se equivoquen para que puedas sentirte bien?
- ¿Te permite evitar emociones incómodas como la culpa, la vergüenza o la decepción?
- ¿Te libera de tener que tomar medidas?
- ¿Te proporciona una excusa?
Ahora pregúntate:
- ¿Qué pierdo culpando a los demás?
Encuentra dentro de ti la motivación para empezar a asumir la responsabilidad considerando por qué no te está sirviendo.
- ¿Te deja sintiéndote impotente al culpar a otros?
- ¿Te mantiene atrapado en el victimismo en lugar de seguir adelante?
- ¿Te deja resentido, enojado o a merced de cómo se comportan los demás?
Trate de escribir sus respuestas. Llevar un diario puede ser una herramienta realmente útil para una mayor auto-indagación.
Esto hace que sea más fácil comenzar a cuestionar nuestros pensamientos y sentimientos iniciales.
3) Recuerda la diferencia entre sentimientos y hechos.
El problema es que las emociones pueden ser cosas poderosas.
También pueden nublar nuestro juicio. Cuando los sentimientos toman el control, puede ser muy difícil para nosotros mantenernos objetivos.
Los sesgos cognitivos se activan cuando usamos nuestros propios sentimientos, creencias y preferencias como filtro para ver el mundo entero.
Creemos que nuestros sentimientos nos están señalando hacia la verdad, pero no siempre es así.
Es importante que tratemos de cuestionar nuestros sentimientos y nuestra perspectiva de las cosas.
- ¿Cómo me siento?
- ¿Por qué me siento de esta manera?
- ¿Es un hecho innegable o es así como me siento?
- ¿Es este pensamiento o sentimiento realmente justo?
- ¿Puedo tratar de ver las cosas de otra manera?
Cuanto más aprendamos a cuestionar cómo nos sentimos, más fácil será conocer mejor nuestras emociones.
De esa manera, podemos comenzar a asumir la responsabilidad de cómo nos sentimos, en lugar de tratar de echarle la culpa a otra persona.
4) Toma posesión de tus propios pensamientos y sentimientos
Los pensamientos y sentimientos son siempre un proceso interno, incluso cuando están siendo desencadenados por eventos externos.
En lugar de proyectar cómo nos sentimos en otra persona, aceptamos que somos responsables.
La conclusión es que nadie puede «hacerte» sentir nada.
Pensar que pueden delata tu poder. Porque te deja constantemente a merced de cómo se comportan los demás.
Y el problema obvio es que no podemos controlar eso.
Digamos que alguien está de mal humor y se desquita contigo. Son groseros o crueles contigo.
Te enfadas. Te sientes enojado e irritado.
Esas emociones pueden ser su reacción a cómo se comportó otra persona. Pero esa reacción sigue siendo tuya en última instancia. Es su elección y su responsabilidad.
No se trata de pretender que otras personas no nos impactan. Obviamente lo hacen.
Pero se trata de recordar enfocarnos en el único control que tenemos en la situación: el control sobre nosotros mismos.
5) Todavía expresa cómo te sientes, pero sin culpa
Esto es lo que NO es asumir la responsabilidad:
- Silenciar su voz, ya sean sus preferencias, sus opiniones, sus límites o sus necesidades y deseos.
- Sofocar sus emociones o tratar de ignorarlas y alejarlas
Puede volverse tóxico rápidamente cuando tratamos de poner un límite a los sentimientos negativos que surgen, ya sea tristeza, ira, decepción, miedo, frustración, resentimiento, etc.
Todavía podemos hacerle saber a alguien cuando nos sentimos defraudados, sin repartir culpas.
Puede expresar cuando se siente herido sin responsabilizar a otra persona por esos sentimientos.
El lenguaje que usamos puede ser muy importante para ayudarnos a alejarnos del juego de la culpa.
Si alguien hace algo que le parece inapropiado, puede hacérselo saber. Pero elija un lenguaje empoderador que se apropie de sus propias emociones.
Usar «Siento» puede ser una buena manera de hacer esto.
Entonces, en lugar de decir «Me hiciste X cuando hiciste Y», puedes decir «Cuando sucedió X, sentí Y».
Puede parecer un cambio sutil, pero puede marcar una diferencia real.
Estás diciendo cómo te sientes sin culpar a tus propias emociones. Es un enfoque que fomenta la cooperación en lugar de la división.
6) Reflexiona sobre tu papel en un problema
Aprender a decir lo siento es una lección de humildad para todos nosotros.
Particularmente cuando también nos sentimos heridos, puede ser necesario mucho coraje para reconocer nuestros propios errores.
La negación es un mecanismo de defensa al que recurrimos cuando nos sentimos amenazados. En lugar de caer en esta trampa, podemos ser responsables.
Eso significa tomar una mirada honesta a nuestro propio comportamiento, palabras y acciones.
- ¿Cómo pudiste haber contribuido al problema?
- ¿Hay algo que hubieras hecho o dicho diferente en retrospectiva?
Como dice el refrán, se necesitan dos para bailar tango. Lo que significa que puede haber errores o fallas en ambos lados.
Si queremos asumir la responsabilidad, debemos centrarnos en nuestras propias acciones y en dónde pueden haberse quedado cortas.
7) Abandona tus rencores
Cuando guardamos rencor, estamos optando por seguir alimentando nuestros pensamientos negativos.
Pase lo que pase ya pasó pero lo mantenemos vivo a través de la narración. Y somos nosotros los que sufrimos por ello.
Las personas con naturalezas indulgentes saben que dejar ir nos sirve mucho más que a la otra persona.
Porque como dicen:
“El resentimiento es como tomar veneno y esperar a que la otra persona muera”.
Aprender a perdonar no significa que no demos la cara por nosotros mismos.
Como veremos a continuación, también debemos tener límites claros.
8) Refuerza tus límites y elimina a las personas tóxicas de tu vida
Seamos realistas, cuando alguien hace algo malo, apesta.
No hay manera de evitar eso. Como hemos dicho, no puedes controlar lo que hacen los demás. Pero puedes controlar cómo reaccionas.
Entonces, en lugar de culpar, podemos recurrir a los límites. Los límites son la clave para todas las relaciones saludables.
Cuando alguien se pasa de la raya, se lo hacemos saber. Cuando lo hacen de manera persistente o imperdonable, tienen que irse.
En lugar de ignorar las señales de alerta, las confrontamos desde el principio.
Piénsalo. Si tu novio indolente siempre te “decepciona”, eso depende tanto de ti como de él.
Le permites quedarse para decepcionarte.
Los límites tienen que ver con crear nuestras propias reglas del club, y son un fuerte reflejo de cuánto nos respetamos y nos honramos a nosotros mismos.
9) Desarrolla una autoestima férrea
Nadie puede quitarte nada que tú no des.
Sé que suena un poco idealista, pero es verdad.
Eres el guardián de tus propias emociones y pensamientos.
Cuanto más fuerte te sientas en tu propio sentido de ti mismo, menos provocado te sentirás por los demás.
Quizás es por eso que la investigación descubrió que La culpa es contagiosa, excepto en personas con alta autoestima..
Los experimentos mostraron que las personas que veían a alguien culpar a otro por los errores, hacían lo mismo con los demás.
Pero, significativamente, esto no sucedió cuando los participantes tuvieron la oportunidad de afirmar su autoestima.
Cuanto más te gusta quién eres y te valoras a ti mismo, menos personas pueden afectarte negativamente.
10) Enfócate en encontrar soluciones constructivas
Aparte de las emociones negativas que creamos para nosotros mismos cuando nos vemos atrapados en el juego de la culpa, hay otra desventaja seria.
Cuando culpas a alguien más por tus circunstancias, te obsesionas más con los problemas que con las soluciones.
En cambio, puede ser mucho más constructivo pensar para uno mismo:
¿Es mejor tener razón o ser feliz?
Porque es mucho mejor tratar de arreglar que encontrar fallas.
Cuando algo sale mal o no funciona como esperaba, puede optar por aprender lecciones.
Es un mejor uso de nuestro tiempo y energía pensar en lo que podemos hacer para seguir adelante.
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