Todos conocemos la frustración de tratar con alguien que simplemente no admite que está equivocado. Es como chocar contra una pared de ladrillos en una conversación, ¿no?
Incluso podrías empezar a cuestionar tu propio juicio.
He estado allí, rascándome la cabeza, preguntándome por qué a algunas personas les resulta tan difícil reconocer sus errores. Y para ser completamente honesto, hubo un momento en que yo era uno de ellos.
A través de la observación y la reflexión, he identificado algunos rasgos de carácter comunes que dificultan que las personas admitan que están equivocadas.
Conocer estos rasgos puede ayudarnos a comprender lo que sucede debajo de la superficie y tal vez
hacer que esas conversaciones sean un poco menos agotadoras. Así que profundicemos.
1) actitud defensiva
Cuando te sientes atacado, incluso la persona más humilde puede quedar automáticamente encerrada en modo de defensa. Solo es natural.
Pero las personas que no admiten sus errores tienden a ponerse a la defensiva sin importar cuán gentil o positivamente les muestres que podrían hacer algo diferente o mejor.
Simplemente lanzan contraargumentos o desvían la cuestión por completo.
Se puede decir que no pensaron ni consideraron sus comentarios, porque sus respuestas a menudo se contradicen entre sí.
Esto se debe a que no están hablando desde su verdad, simplemente están buscando cualquier cosa para luchar contra lo que dijiste.
Cómo lidiar con una persona a la defensiva
Las personas que están a la defensiva suelen tener un miedo profundamente arraigado al juicio o al rechazo. Comparan los errores con la insuficiencia personal, por lo que hacen todo lo posible por mantener la imagen que tienen de sí mismos.
Comprender que la actitud defensiva a menudo enmascara la inseguridad puede ayudarnos a acercarnos a estas personas con más empatía.
Si bien no hace que la conversación sea menos desafiante, puede ayudarte a navegarla con un poco más de comprensión, sabiendo que estás tratando con alguien que probablemente esté librando sus propias batallas internas.
2) terquedad
Todos hemos conocido a esa persona que es tan inflexible como un árbol con raíces profundas en la tierra. No importa qué evidencia presente o cuán racional sea su argumento, simplemente no cederán.
Yo mismo he estado atrapado en estos bucles conversacionales, sintiéndome más como si estuviera en un tira y afloja interminable que en un diálogo significativo.
El rasgo subyacente aquí es la terquedad. Para las personas que exhiben esta característica, admitir un error es como ceder un terreno precioso, socavando su sentido de autoridad o seguridad en sí mismos.
El psicología detrás de la terquedad A menudo gira en torno a cuestiones de autoestima y control. Las personas testarudas pueden equiparar tener razón con ser valiosa.
La idea de estar equivocados sacude los cimientos mismos de cómo se ven a sí mismos, llevándolos a aferrarse a sus opiniones con fuerza.
Cómo lidiar con una persona testaruda
Al tratar con estas personas, puede resultar beneficioso centrarse menos en “ganar” la discusión y más en abrir una puerta a la autorreflexión.
Usar preguntas abiertas a veces puede convencerlos de que examinen sus puntos de vista sin sentirse acorralados. Por ejemplo, en lugar de decir: «Estás equivocado en esto», podrías preguntar: «¿Qué te lleva a verlo de esa manera?».
Esto crea un espacio seguro para el debate y puede animarles a reevaluar su postura.
3) perfeccionismo
¿Alguna vez has conocido a alguien que parecía tan concentrado en hacer todo bien que casi lo paralizaba?
Esto es con lo que luché mucho y, lo admito, me hizo muy reacio a admitir mis errores.
La cuestión es que el perfeccionismo no se trata sólo de luchar por la excelencia; es una necesidad obsesiva de evitar errores a toda costa. Para las personas atrapadas en esta mentalidad, admitir un error es como admitir que tienen profundos defectos.
Creen que su valor está ligado a su desempeño, por lo que cualquier error, por pequeño que sea, se convierte en un golpe devastador para su autoestima.
La ironía es que el perfeccionismo a menudo conduce a la postergación, la indecisión y, a veces, la inacción total, porque temen cometer un error que empañe su historial.
En cierto modo, la búsqueda de la perfección se convierte en una profecía de fracaso autocumplida, ya que su renuencia a actuar o decidir puede resultar en errores más importantes.
Cómo lidiar con un perfeccionista
Si estás tratando con un perfeccionista que no admite que está equivocado, comprender esta lucha interna puede ayudarte a abordar la situación con más empatía.
La clave es ayudarles a ver que los errores no sólo son inevitables sino también valiosas oportunidades de aprendizaje.
Enmarcar los errores como peldaños hacia el dominio a veces puede ayudarles a bajar la guardia, haciéndolos más receptivos a la retroalimentación constructiva.
¿Y quien sabe? Podría ser el primer paso para romper las cadenas de sus propios estándares imposibles.
4) Necesidad de control
¿Alguna vez te has encontrado en una situación en la que alguien simplemente no puede soltar las riendas? He sentido ese aire frustrante y sofocante a mi alrededor y, sinceramente, hace que la colaboración parezca imposible.
Las personas que tienen una necesidad insaciable de control suelen ser las que más luchan por admitir errores. Para ellos, el control es una red de seguridad, una forma de gestionar la imprevisibilidad de la vida.
Admitir un error significaría reconocer que han perdido el control, aunque sea por un momento, y esa es una perspectiva aterradora para ellos.
La necesidad de control puede manifestarse de varias maneras, desde microgestionar las tareas en el trabajo hasta dictar el flujo de una conversación informal.
Estas personas tienen una idea específica de cómo deberían ir las cosas, y desviarse de ese guión se siente como preparar el escenario para el caos.
Cómo lidiar con un fanático del control
Si estás enredado con alguien que no puede ceder el control, es tentador retroceder, arrebatarle el control. Pero a menudo eso sólo genera más resistencia.
En cambio, el objetivo debería ser hacer que se sientan lo suficientemente seguros como para soltarse voluntariamente.
Esto podría significar asegurarles que está bien no tener todas las respuestas o demostrarles que los demás son capaces y se puede confiar en ellos.
Recuerde, la necesidad de control a menudo surge de inseguridades y miedos más profundos. Ofrecer un espacio seguro para la vulnerabilidad a veces puede abrir la puerta a admitir errores.
Les permite ver que el control no es la única forma de encontrar seguridad; a veces, se logra a través de la colaboración, el aprendizaje y, sí, admitir cuando nos equivocamos.
5) Falta de empatía
Probablemente te hayas cruzado con alguien que parece vivir en su propia burbuja, sin darse cuenta por completo de cómo sus acciones afectan a los demás.
Cuando se trata de errores e inconvenientes, es como si estas personas estuvieran mirando a través de un espejo unidireccional: ven hacia afuera, pero no dejan entrar nada.
Este rasgo es particularmente menospreciado porque nos impacta directamente. Pero cuando se llega a su raíz, merece nuestra compasión tanto como todos los demás.
A menudo surge de no recibir suficiente amor mientras crecía o de haber sido maltratado de una manera que requiere que la persona “endurezca su caparazón” para protegerse.
Sin embargo, al mismo tiempo, cuando las personas no pueden o no quieren ponerse en el lugar de otra persona, no logran ver el panorama completo.
Por lo tanto, es posible que no comprendan por qué deberían disculparse o enmendarse porque no pueden conectarse emocionalmente con el daño que han causado.
Cómo tratar con una persona poco empática
Aquí está el enigma: no se puede obligar a alguien a ser empático. La empatía a menudo proviene de una comprensión profunda y emocional de las experiencias de otras personas, algo que puede resultar difícil de enseñar.
Sin embargo, puedes establecer límites y comunicar claramente el impacto de sus acciones. A veces, hablar de «causa y efecto» (en lugar de culpar) puede ser una revelación.
Además, no subestimes el poder de predicar con el ejemplo. A las personas que carecen de empatía a menudo no se les ha modelado.
Al demostrar constantemente un comportamiento empático, les ofreces un modelo para interacciones más saludables y compasivas.
6) Tendencias manipuladoras
Las personas que no admiten sus errores suelen ser expertas en dirigir conversaciones y situaciones en su beneficio.
Su conjunto de herramientas a menudo incluye técnicas como el engaño, la alteración de la narrativa o la implicación de otros, todo para eludir la responsabilidad personal.
Para ellos no se trata de honestidad o crecimiento; se trata de mantener la ventaja.
A menudo tildamos a estas personas de “tóxicas” y la verdad es que este comportamiento es muy dañino. Pero también suele aprenderse como un mecanismo de afrontamiento poco saludable.
Para estas personas, los errores les parecen tan horribles que necesitan encontrar alguna salida a ellos, a menudo sin siquiera darse cuenta de lo que están haciendo como medio para lograr ese fin.
Al mismo tiempo, obviamente, este comportamiento no está bien, y al no complacerlos, los ayudas a detenerse y encontrar una mejor manera de hacer frente.
Cómo lidiar con una persona manipuladora
Si se trata de alguien que muestra estas tendencias, es fundamental ceñirse a los hechos, permanecer impasible y establecer límites firmes.
Los manipuladores luchan cuando hay menos espacio para tergiversar la verdad y cuando sus trucos emocionales no funcionan.
Puede resultar agotador tratar con personas manipuladoras, pero recuerde: su integridad es su mejor defensa.
Cuando confías en tu versión de los acontecimientos, sus tácticas pierden poder y tú mantienes el control de la situación.
Los errores como camino hacia el crecimiento personal
Acabas de aprender 6 rasgos de carácter de personas que no admiten sus errores.
¿Reconoces a alguien con estos rasgos? Quizás incluso seas tú mismo.
Reconocer y admitir errores no es señal de debilidad; es un trampolín hacia el crecimiento personal.
Al enfrentar nuestros defectos, allanamos el camino para un cambio significativo.
Entonces, fomentemos una cultura que celebre el aprendizaje de los errores, porque así es como transformamos las debilidades en fortalezas y las experiencias en sabiduría.
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